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​​La Habana en Bienal de artes plásticas Roberto Pérez León Estamos en plena de Bienal de La Habana. La gente de teatro hace performances, los pintores hacen happenings y también performances, los bailarines hacen performances y también happenings. Pintores, teatreros, bailarines y espectadores modifican la ciudad que se erige como Babel de expresiones en espacios que desarreglan la mirada ordinaria. Hay que decir que los performances y los happenings no son más que hechos escénicos que desde mediados del siglo XX han dado muchísimo al teatro. Un happening es un suceso que se rige por ese decir que me gusta tanto: «como vaya viniendo vamos viendo». Los happenings no tienen argumento. Eso sí, cuentan con una fuerte presencia de acciones, es lo que se llama carácter performativo del happening. En un happening, como en un performance, el público forma parte de la mezcla indómita de los componentes escénicos: la luz, el sonido, la voz, la música, el tiempo, la iluminación, los gestos, el movimiento, el espacio concebido. Tanto en el happening como en la performance se elimina el escenario convencional, las acciones suceden donde sea. El performance, particularmente, interviene en la realidad, inventa significados sin narrar de forma lineal una historia. ¡Qué viva el fragmento! Ese el lema del performance y del happening. En ninguno de los dos eventos es significativo el gesto sino la gestualidad, no el espacio sino la espacialidad. Por otra parte, se alienta la forma. Pero la forma sin texto literario y sin final, sin la certeza de que el espectáculo ha terminado. No hace falta dejar claro nada, porque nada se ha querido narrar. Ahora bien ¿cuál es la diferencia entre un performance y un happening? Bueno, pues sin mucha palabrería: son algo así como el mismo perro con diferente collar. Existen vasos comunicantes muy fuertes entre las artes escénicas y las artes plásticas, pero no pensemos que esto sucede desde la irrupción de la llamada posmodernidad, desde mucho antes viene la relación que se concreta definitivamente en los inicios del siglo XX con la maravillosa irrupción de las vanguardias artísticas, cuando las artes visuales empezaron a poner en jaque a las artes escénicas. La Bienal concibe verdaderos espacios escénicos en las llamadas instalaciones o acciones plásticas que no son más que propuestas de acciones físicas, espirituales, emocionales. Sin cuarta pared hemos entrado a la representación-presentación que han querido los artistas plásticos para que seamos copartícipes en la producción de sentido. Toda La Habana anda llena de espacios donde se produce acción, significación y tiempo, y eso es propio del teatro. Obras de artistas participantes en la XV Bienal de La Habana. Por Marcelino Vázquez Hernández/Cubadebate
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