Mi cerebro siempre me hace olvidar.
Olvidó hasta donde deje las gafas y puede que las lleve puestas.
Dónde deje el teléfono y está justo frente a mis ojos.
Puede que olvide gracias a él, tal vez, la forma de tus labios, o el color de tus ojos, el sonido de tu voz, e incluso el de tu perfecta sonrisa y el tacto de tus calidas manos.
Pero ni siquiera la mayor de las enfermedades relacionada con la memoria podría hacerme olvidar la seguridad de tus abrazos, o como se me aceleraba el corazón con solo estar cerca de ti.
Nada me hará olvidar la felicidad que emanaba de mis poros en aquel tiempo, a pesar de que esto de no olvidarte, implique también no olvidar el frío de las lágrimas callendo por mis mejillas cuando te marchaste...
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@una_chica_escribiendo