—De pequeño observaba las estrellas con mi abuelo. Podíamos pasar horas tumbados en el suelo con la mirada perdida en el cielo. Mi abuela pensaba que nos faltaba un tornillo y siempre nos preguntaba: «¿Cuándo pensáis levantaros de ahí?», a lo que mi abuelo le respondía: «Cuando no queden más estrellas que contar»
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