NO ERAN SOLO PALABRAS
En algunos momentos se sentía feliz cuando al pasar sus ojos por las líneas de mis letras ella temblaba de emoción y suspiraba porque describía en las gotas de mi pluma los espacios de su cuerpo, su sed y sus deseos, pero creía que era solo fruto de mis pensamientos, de mis sueños o de una inspiración prodigiosa, algo que no podía ser real en su esencia, en su poder de atrapar y de seducir su mente y su corazón.
Su poeta se desarmaba por dentro al no poder estar a su lado separado por la distancia y los preceptos de moral impuestos por la sociedad y su conciencia, pero cada vez que llegaba el alba tenía una cita con la poesía, los versos y las prosas, una poesía que lo unía a su amor, a su musa porque en ella derramaba el caudal de su fuerza, los suspiros y el placer de sus venas para venerar de esa forma su alma divina.
Ella buscaba de todas formas entrar en la conexión con los latidos de su hombre y se vestía como una reina para recibirlo en sus aposentos, su loción favorita, sus tacones altos, su pelo suelto y una minifalda que a la altura de su espalda tenía una abertura hacia el paraíso, un paraíso único y sublime que tenía su dueño, su soberano, su hombre.
No eran solo palabras, versos y rimas las que se esparcían por sus ojos para sacudir su universo y hacer brillar las estrellas del firmamento y no eran solo palabras las que formaban mis dedos detrás de una pantalla, no era un sueño cuando podía sentir la magnitud de su alma y recorrer en mis manos y en mis labios desde abajo hasta arriba sus piernas, su vientre, su espalda.
No era una fantasía la melodía de su voz entonando sus gemidos y la rigidez de mis venas derramando su tinta en su interior.