Si te digo que eres bonita es porque eres jodidamente preciosa, si te digo que tu sonrisa es hermosa es porque lo es al punto de que me deja sin aliento.
El guardia me agarra del brazo. Entonces se oye la voz de Cardan:
—No la toques.
Se hace un silencio espantoso. Espero a que dicte sentencia sobre mí. Cualquier cosa que ordene, se ejecutará. Su poder es absoluto. Ni siquiera tengo fuerzas para defenderme.
—¿Qué queréis decir? —inquiere Randalin—. Ella es…
—Ella es mi esposa —dice Cardan, haciéndose oír entre la multitud—. La legítima reina suprema de Elfhame. Y su exilio ha terminado.