📝 Para crear una sociedad hay que dedicarse a construir no solo su estructura política o económica o una infraestructura en sí misma. Las artes, al igual que las ciencias, o las religiones
son productos tanto de la imaginación y la investigación de los seres humanos, como del
contexto histórico y sociopolítico donde se producen.
La revolución bolchevique, a pesar de haber sido una revolución proletaria contra la cultura aristocrática y jerárquica feudalista, contra el pensamiento religioso desde el materialismo histórico, supo conservar los valores universales,
comunes también a tantas religiones y a la misma tradición cultural y espiritual rusa. Gran parte de sus esfuerzos estuvieron dirigidos durante todo el siglo XX no solo a conquistar el espacio, crear armas y construir carreteras, sino a construir
un hombre nuevo con ciertos valores. 🏠Lo vemos en la forma en que los arquitectos proyectaban las ciudades y los espacios comunes: pequeños apartamentos rodeados de muchos espacios comunitarios, parques, escuelas, polideportivos, centros culturales etc., pues la vida cotidiana debía centrarse en la vida comunitaria; lo vemos en todo el cine soviético que educó a varias generaciones en un mundo aparte,
tan diferente del hollywoodense: la ficción, para no ir muy lejos, con un futuro claro y amistoso, y no los monstruos y el futuro distópico de sus colegas del otro lado del océano, o de la misma vecina Europa; o el cine de guerra, que muestra cada pérdida humana, enemiga o amiga, como una tragedia dolorosa; la literatura infantil, tan hermosa, infinitamente rica en imágenes, valores de bondad y solidaridad, compañerismo, etc.
Pero en el 91 entró la estética de estrellas en banderas azul y rojo, que conjugada con la chabacanería de los nuevos ricos que veían en las bandas del bronx y los excesos del excesivo dinero y lujo capitalista, un modelo a seguir y copiar. Todo se conjugó con la bien conocida necesidad de algunas clases medias de mostrar su ascenso social en autos y atuendos llamativos que rápidamente empezaron a formar ciertos principios en la sociedad: ser o parecer chica de portada de revista, música cada vez más ajena a lo propio, la destrucción casi total de la propia industria cinematográfica, y ni hablar de las nuevas construcciones y espacios públicos al estilo no-where.
🖼 Parece que poco a poco empieza a aparecer la necesidad de recuperar lo propio. Esto es notorio en el cine en general: han empezado a salir producciones basadas en los cuentos tradicionales folclóricos rusos, en un momento hechos al estilo de Hollywood, pero poco a poco devueltos al estilo propio. Algunas cosas se ven como reencauchados un poco maltrechos, parecieran más un intento desesperado por tapar el gran vacío de creatividad de los nuevos tiempos, pero por algo se empieza y algunas producciones nuevas son realmente buenas. Digamos que conjugan lo moderno con lo auténtico.
Esta necesidad debería ser llevada a todas las áreas de la sociedad, para liberarla definitivamente
no en términos de la influencia extranjera, al fin y al cabo debe haber un diálogo entre las culturas del mundo, es lo que nos enriquece,
sino en términos de elaborar paradigmas propios, valores intrínsecos y no mirando lo externo en detrimento y desprecio de lo propio. En fin, una tarea valiosa en gran y pequeña escala, pues en nuestra vida personal, cada uno cada día, deberíamos preguntarnos, analizar y cuestionar hasta qué medida nuestros actos y pensamientos corresponden de verdad a nuestra realidad y no son una simple repetición de los modelos impuestos por otros.
@enplenaluz