Así despide esta piara de puercos australianos, pertenecientes a la granja demoniocrática más sodomizada del planeta durante la plandemia, al más grande de todos los tiempos, en el mismo feudo de su legendario palmarés. Afortunadamente, el germano, a la sazón personaje impulsivo y hombre de pocas luces, salió esta vez acertadamente en defensa de su admirado colega, cerrando con elegancia la bocaza de la ingrata y pestilente chusma.
Para no volver nunca más a ese país de hijos de puta, donde hace 3 años le tendieron una sucia trampa engañándole para ir, prohibiéndole después jugar, no sin antes encerrarlo envenenando su comida.