El filósofo Daniel Dennett propuso 4 herramientas para la buena argumentación: (1) reflejar la posición del interlocutor de la mejor forma posible, de modo que el interlocutor pueda decir “Gracias, yo no podría haberlo dicho mejor”; (2) expresar los puntos de acuerdo, no sólo generales, sino también específicos; (3) reconocer lo que se aprendió del interlocutor; (4) sólo entonces, argumentar las críticas y objeciones.
Diversos autores proponen las siguientes estrategias que pueden favorecer la discusión cooperativa: 1) No deformar la perspectiva del interlocutor. Es el conocido principio de caridad, que supone dar la mejor interpretación posible de la posición del interlocutor, aun cuando no se comparta su opinión. 2) Esforzarse por ser claro. 3) No eludir la carga de la prueba 4) No considerar incontrovertibles a los propios argumentos. No blindarse ante las críticas. Aristóteles escribió en “Argumentos sofísticos”: “Es propio del que sabe: primero no engañarse a sí mismo en lo que sabe, y después poder desenmascarar al que engaña; y estos dos méritos consisten el primero en poder dar razón de las cosas, y el segundo en apreciar las razones cuando las da otra persona”.