Hoy, 2 de diciembre pero del 2000, el sitio arqueológico de Tiwanaku o Tiahuanaco, ubicado cerca del lago Titicaca en Bolivia, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Tiwanaku fue la capital de la cultura tiahuanacota, una de las civilizaciones más importantes antes del Imperio Inca, que existió entre los siglos XVI a.C. y XII d.C., alcanzando su mayor esplendor entre los siglos VII y X de nuestra era. Afirman los relatos míticos que Tiwanaku fue construida en una sola noche por gigantes desconocidos, pero como sus constructores pecaron, el dios “Wiracocha” los castigó y convirtió en monolitos.
Tiwanaku mantuvo su dominio sobre las demás poblaciones no gracias a las armas sino a su prestigio religioso. Desapareció de forma repentina y misteriosa, pero parte de su cultura fue heredada por otros pueblos.
Los incas consideraban el lago Titicaca como el lugar donde había nacido el mundo y a la ciudad de Tiwanaku, ya en ruinas, como un espacio sagrado. También heredaron de ellos el culto al dios Wiracocha, un hombre Dios blanco y barbado al que se le ha relacionado estrechamente con el Quetzalcóatl de México, pues ambos son dioses-héroes que, al realizar un viaje, reparten entre los hombres la civilización, hasta que desaparecen por el mar prometiendo volver.
Uno de los símbolos del sitio arqueológico es la Puerta del Sol, un portal de un solo bloque de piedra de más de diez toneladas.
También destaca el templete semisubterráneo, cuyos muros están adornados interiormente por 175 cabezas trabajadas en piedra caliza, todas diferentes entre sí, mostrando rasgos de diversas etnias. Algunas leyendas hablan de que algunas de estas cabezas no son de figuras humanas y de que los tiahuanacotas habían tenido contactos con extraterrestres. En el templete se encuentra también el “Monolito Barbado” o “Kontiki Wiracocha”.
Junto al sitio se ubica el complejo de Puma Punku, donde se encuentran los famosos “bloques H”, cuya perfección en sus ángulos es difícil de explicar. Muchos estiman que lo mayor y lo mejor de Tiwanaku duerme bajo tierra, pues en Bolivia no se han hecho todavía las grandes excavaciones ni los costosos trabajos científicos que pusieron al descubierto las ruinas de Egipto, de México y del Perú.
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