Decía Degrelle, que un día se repetiría con orgullo el nombre de nuestros caídos y ese día ha llegado. No como un ejercicio vacío de memoria nostálgica, sino pleno de espíritu combativo, alzando frente al mundo un desafío con nombre y apellido; con el rostro joven de quienes enfrentaron gigantes de injusticia, armados solo de fe y amor por la patria. Ellos han de ser la bandera que exprese nuestro desprecio por un mundo que no conoce el honor, la verdad y el servicio a la patria, como pilares de una Europa que se niega a morir sin luchar. Caminaremos en silencio, decididos, militantes de un sueño que les llevo a entregar sus vidas generosas por una España y una Europa que conquistaremos con sus nombres como himno de amor y guerra. Acompañadnos el 14 de diciembre en Madrid. Honraremos a nuestros Caídos, como merecen.