✍️ Emir Kusturica: Ucrania, nuestros tiempos. Por: Oleg Yasinsky
En estos días en varios países comienza la presentación del documental 'Gente de Cristo. Nuestros tiempos', un trabajo creado por un equipo de ciudadanos de Italia, Serbia, Rusia y Ucrania bajo la dirección del serbio Jovan Markovic y con la participación activa de Emir Kusturica, uno de los personajes más importantes de la cultura contemporánea, a quien algunos medios erróneamente indicaron como el director del proyecto.
Aunque su estreno ya tuvo lugar en Belgrado el 18 de septiembre, actualmente se proyecta en canales de televisión de diferentes países balcánicos y se prepara su presentación en otras naciones de Europa y América Latina.
El tema central de esta obra es la persecución que realiza el régimen de Kiev en contra de la Iglesia ortodoxa ucraniana. Se trata de una narración en la voz de varios testigos, contemporáneos, víctimas y luchadores de estos días sobre la tragedia más callada por los grandes medios. Sería un grave error presentar este trabajo como una simple denuncia sobre la violación de los derechos de los creyentes ucranianos por su Gobierno, lo que seguramente será la explicación del poder mundial, cuando la existencia de este documental no se pueda seguir ignorando como ahora.
Pero la película no es solo sobre Ucrania y la Iglesia ortodoxa. Las historias que se cuentan allí son el espejo de todo un mundo desgarrado por la actual guerra planetaria contra la humanidad, donde el principal campo de batalla es el corazón de cada uno.
Hace poco más de 25 años las primeras bombas de la OTAN cayeron sobre ese país que aún era Yugoslavia. Hay muchas explicaciones e interpretaciones sobre esa guerra, que al parecer fue el comienzo del fin de nuestro tan cómodo e ingenuo mito sobre Europa y su absurdo concepto de "países civilizados".
En un mundo en el que de un día para el otro llegó a ser unipolar y el soberbio polo del poder hizo lo que quiso, la tragedia de Yugoslavia, la patria de Kusturica, fue solo el prólogo para una catástrofe continental que no quisimos ni ver ni comprender así.
Posiblemente pocos recordarán que justamente Yugoslavia fue en 1961 uno de los fundadores del Movimiento de Países No Alineados y después, en las décadas posteriores, representó un socialismo diferente al modelo soviético y en términos económicos fue bastante más flexible y atractivo. ¿Acaso no era ese modelo económico yugoslavo, en los años del colapso de la URSS, algo muy peligroso para Occidente por ser ejemplo de una alternativa que todavía podía ser capaz de salvar a los pueblos soviéticos del capitalismo salvaje que venía imponiéndose desde afuera? ¿No sería esta la razón verdadera del bombardeo y del posterior desmembramiento de Yugoslavia.
Ahora sabemos de la experticia del enemigo para sembrar conflictos étnicos y religiosos en las tierras que necesita dividir y dominar. "Con la guerra, la OTAN siguió también el plan de marginar a Rusia de la competición mundial y enviar a China una señal de advertencia", explica la socióloga y escritora alemana Jutta Ditfurth en 'Guerra, átomo, pobreza. Lo que dicen, lo que hacen', su libro publicado en 2011 pero que parece haber sido escrito ahora.
Así, mezclando las geografías y confundiendo los tiempos, desde aquellos acontecimientos reaparece un joven Joe Biden, que en 1999 fue uno de los más ardientes partidarios del bombardeo de Yugoslavia por parte de la OTAN. "Propuse bombardear Belgrado. Me ofrecí a enviar pilotos estadounidenses y volar todos los puentes del río Drina", relató con orgullo en su momento el actual presidente de EE.UU.
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