A partir del 1 de enero, todos los niños nacidos entre 2025 y 2039 formarán parte del grupo demográfico denominado "Generación Beta". Este término ha sido propuesto por expertos en demografía y cultura popular para describir a la cohorte que sigue a la Generación Alfa (2010-2024).
Las generaciones hasta el momento son:
* La Generación Alfa (2010-2024): Primera generación del siglo XXI, creciendo con IA y tecnología ubicua.
* La Generación Z (1997-2009): Nativos digitales que nunca conocieron un mundo sin internet.
* Los Millennials o Generación Y (1981-1996): Testigos del cambio de milenio y la revolución digital.
* La Generación X (1965-1980): Primera generación que creció con computadoras personales.
* Los Baby Boomers (1946-1964): Nacieron durante el auge económico posterior a la guerra.
* La Generación Silenciosa (1928-1945): Crecieron en la reconstrucción de la posguerra.
* La Generación Grandiosa (1901-1927): Vivieron la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial.
"Jane Wilde se enamoró de Stephen Hawking a los 19 años y se casó con él poco después sabiendo que Stephen tenía ELA con un pronóstico de vida de dos años.
En la salud y la enfermedad.
Jane custodió la materia de su marido durante veinticinco años como si sus cuerpos y los de sus tres hijos hubiesen formado una inmensa pangea de carne. Le dio todo, lo mejor de sí misma, en ese acto obsceno, kamikaze, que es el sacrificio del tiempo propio por los demás. Ese tiempo que es la certeza que tenemos aquí, ese que nunca regresa, ese que es tan breve, ese que siempre se va.
La gran pregunta es si Stephen hubiera renunciado a descubrir el Universo para cuidar de Jane. La historia, con minúscula, nos cuenta que probablemente no. Un «genio» no puede malgastar su vida en cuidar de lo mundano porque lo épico, lo universal, lo que da prestigio, jamás está en lo doméstico. De suceder al contrario, Jane hubiera acabado siendo atendida por su madre, o por sus hijas, o por una mujer precaria y, en ausencia de mujeres, por una institución.
Si Stephen Hawking pudo observar las estrellas fue gracias a que tenía a alguien que le limpiaba el culo, porque cuando estás cagado no tienes ganas de mirar al cielo. Después de un cuarto de siglo, Stephen, abandonó a Jane sin darle explicación alguna. Nada. Después de que ella hasta pensara en suicidarse durante su matrimonio porque él necesitaba tres grandes comidas al día, porque a veces se pasaba días sin comunicarse con ella o con sus hijos, así son las mentes «brillantes».
Un hueso que se fractura y que luego puede soldarse. Ese, y no otro, es el primer signo de la civilización: los cuidados. Porque sin ellos la vida no es posible. Por eso es necesario poner en valor y reconocimiento a todas esas personas invisibles como Jane que nos dieron una posibilidad, que se endeudaron para que el mundo siempre estuviera preparado para cuando otros llegáramos. A las que nos dieron la posibilidad de existir, que nos proporcionaron un espacio y un tiempo para que pudiéramos crecer, enfadarnos, celebrar, llenarnos de tristeza y vivir.
Stephen ha pasado a la Historia, con mayúscula, como el científico más importante después de Einstein. Jane lo hará como su exmujer.
Que cuidar incumbe a todos debería estudiarse junto a la Física porque es igual de relevante. La capacidad de amar, de lo colectivo y lo común, de lo que nos mantiene y nos hace permanecer, no entiende de teorías. El amor no puede reducirse a lo dicho porque, porque al decirlo, desaparece, por eso el amor hay que hacerlo. Stephen ha alcanzado la inmortalidad intentando explicar el funcionamiento de algo lejano en el exterior, algo que desconocíamos, algo que se observa con un telescopio, pero hay cosas que hay que mirar con un microscopio, cosas conocidas, la ternura y lo gestos que nos recuerdan lo finito y nuestra mortalidad.
Algún día, quién sabe, tal vez la humanidad entienda por fin que donde se encuentra la única y auténtica genialidad:
Las letrinas públicas en la antigua Roma eran un espacio con nula intimidad. A falta de papel, los romanos se limpiaban con un utensilio llamado tersorium o xylospongium -literalmente, “esponja en un palo”-, muy parecido a las escobillas que hoy usamos para eliminar evidencias de la escena del crimen. Este era de uso compartido, aunque se limpiara en una solución de agua con vinagre, lo que hacía muy fácil la transmisión de enfermedades en los baños públicos. El agua que llegaba a la ciudad de Roma a través de los acueductos se almacenaba en grandes depósitos desde donde se distribuía a las panaderías, las casas, los baños… El agua sobrante de estos usos prioritarios terminaba en la red de alcantarillado: la Cloaca Máxima. Iniciada su construcción en el siglo VI a.C. por el rey Tarquinio. En la ciudad de Roma se distribuían estratégicamente decenas de letrinas públicas (en el siglo IV había 144 con más de 4.000 plazas) para satisfacer las necesidades fisiológicas de los ciudadanos. Estas letrinas consistían en un banco de frío mármol con varios agujeros en los que sentarse a evacuar y bajo ellos la corriente de agua que arrastra la materia fecal.
Si tienes un vaso de avena y zanahorias, ¡haz un pastel! 🥰Sin harina, azúcar blanca ni mantequilla Ingredientes Avena: 1 taza (130 g). Yogur natural: 1 taza (250 ml). Huevo: 2 unidades. Miel o jarabe: 2 cucharadas (50 g). Zanahorias: 2 unidades (300 g). Manzanas: 2 unidades (320 g). Nueces (cantidad al gusto para decorar). Preparación En un recipiente, combina la avena con el yogur natural y deja reposar la mezcla durante 5 minutos. Agrega los huevos y el jarabe o miel, mezclando bien hasta integrar. Ralla las zanahorias con un rallador fino y añádelas a la mezcla. Pela y ralla las manzanas. Incorpóralas al recipiente. Vierte la mezcla en un molde previamente engrasado o forrado con papel manteca. Espolvorea algunas nueces por encima para darle un toque crujiente y delicioso. Precalienta el horno a 180°C y hornea durante 40-45 minutos o hasta que al insertar un palillo, este salga limpio. Deja enfriar antes de servir. Consejos: Textura perfecta: Para una textura más húmeda, puedes optar por manzanas de variedades más jugosas. Almacenamiento: Si no planeas consumir todo el pastel en el día, guárdalo en un recipiente hermético en el refrigerador para mantenerlo fresco. Complementos: Esta torta va perfectamente con una bola de helado sin azúcar o con un poco de yogur natural por encima. Endulzantes naturales: Si prefieres otro tipo de dulzor, puedes experimentar con sirope de ágave o de arce en lugar de la miel. Salud primero: Recuerda que, a pesar de ser más saludable, sigue siendo un postre. Disfrútalo con moderación. La combinación de avena y zanahoria crea una textura húmeda y sabrosa, realzada por el toque de las manzanas y el crujiente de las nueces.
La prostitución en la antigua Grecia era una parte integral y bien documentada de la vida diaria. Lejos de estar marginadas, las trabajadoras sexuales en la sociedad griega antigua iban desde esclavas hasta trabajadoras independientes que podían alcanzar riqueza y estatus, y sus roles estaban profundamente entrelazados con el tejido cultural, económico e incluso religioso de la vida griega.
La prostitución en la antigua Grecia era un fenómeno estratificado que abarcaba una variedad de funciones:
Pornai: La clase más baja de prostitutas eran en gran parte esclavas. Estas trabajadoras sexuales operaban en burdeles que a menudo eran propiedad de ricos propietarios de esclavos y eran comunes en los puertos u otros centros comerciales. Las condiciones para el pornai eran en general malas y sus oportunidades de libertad o avance eran mínimas.
Hetaerae: En marcado contraste con los pornai, las hetaerae eran compañeras educadas y refinadas que servían a la élite social. Estas mujeres a menudo brindaban placer intelectual y conversacional junto con servicios sexuales y podían construir conexiones influyentes, mantener sus propios hogares y disfrutar de un nivel de autonomía desconocido para sus contrapartes de clase baja.
Prostitutas callejeras: Eran trabajadoras sexuales independientes que no eran esclavas ni formaban parte de ningún prostíbulo. Operaban de forma independiente, solicitaban clientes en las calles y tenían más control sobre sus ganancias que las pornai, pero menos seguridad y prestigio que las hetaerae.
La prostitución era legal en la antigua Grecia y se consideraba un servicio necesario y vital para la ciudad, especialmente en las ciudades portuarias como Atenas y Corinto. Los burdeles pagaban impuestos y las trabajadoras sexuales podían ser una fuente de ingresos sustanciales para el Estado. Sin embargo, este reconocimiento legal no confirió respetabilidad a la profesión y las actitudes sociales hacia las prostitutas eran complejas y a menudo contradictorias.
En la religión griega, se celebraban el sexo y la fertilidad, sobre todo en los cultos a Afrodita y Dioniso. En Corinto, el Templo de Afrodita era famoso por emplear un número significativo de sirvientas, algunas de las cuales se dedicaban a la prostitución sagrada como forma de culto. Estas asociaciones religiosas, sin embargo, no necesariamente elevaron el estatus social de las trabajadoras sexuales, sino que resaltaron el significado espiritual de la sexualidad en la cultura griega.
En la literatura, las prostitutas griegas podían ser retratadas ocasionalmente con simpatía y profundidad, particularmente en las comedias de Aristófanes y los diálogos de Platón, donde a veces aparecen como personajes que brindan una visión filosófica. Sin embargo, lo más frecuente es que se los describiera en términos que reforzaban su estatus marginal dentro de la jerarquía social griega. Los filósofos griegos tenían diferentes puntos de vista sobre la prostitución. Si bien muchos veían el trabajo sexual como un mal necesario, filósofos como Solon instituyeron reformas para regular y controlar la industria, sugiriendo un enfoque pragmático ante sus inevitabilidades.
La prostitución en la antigua Grecia era una institución multifacética que reflejaba las complejidades de las opiniones de la sociedad sobre la sexualidad, la economía y el orden social. Desde las célebres cortesanas hasta las a menudo ignoradas trabajadoras callejeras, el mundo de la prostitución griega era un reflejo tanto de los valores como de las contradicciones de la sociedad griega. Esta institución no solo proporcionó beneficios económicos y cumplió funciones religiosas, sino que también destacó las rígidas estratificaciones y dinámicas de género de la antigua sociedad griega, donde la libertad y la respetabilidad podían ser tan mercantilizadas como los cuerpos de quienes se dedicaban al comercio sexual.
A continuación se muestran las esvásticas de Edmonton, un equipo de hockey femenino de la ciudad canadiense de Edmonton, en la provincia de Alberta, en 1916.
La palabra esvástica proviene de la palabra svastika (significa "buena suerte" o "bienestar"). El símbolo de la esvástica se origina en Eurasia y se vio por primera vez hace 7000 años. La esvástica es un símbolo sagrado en muchas religiones, como el hinduismo, el paganismo, el odinismo y el jainismo.
En el siglo XX, la esvástica comenzó a ser mal vista debido a ciertos grupos extremistas de derecha. En 1920, el Partido Nazi adoptó oficialmente la esvástica como su símbolo, y más tarde, en 1933, se convirtió oficialmente en la bandera de Alemania cuando ese partido llegó al poder.
Desde entonces, el símbolo a menudo tenía una connotación negativa debido a las atrocidades cometidas por el partido nazi durante la Segunda Guerra Mundial …