Hace mucho tiempo, en un reino lejano, vivía una hermosa princesa llamada Aurora. Era conocida en todo el reino por su bondad, su elegancia y su belleza. Sin embargo, su vida dio un giro inesperado cuando su madre falleció y su padre contrajo nupcias con una malvada mujer llamada Margarita.
Margarita, la madrastra de Aurora, era una mujer fría y cruel que envidiaba la belleza y la dulzura de la princesa. Temerosa de que Aurora se convirtiera en la heredera legítima del trono, Margarita urdió un plan para deshacerse de ella.
Una noche, mientras Aurora dormía plácidamente en su habitación, Margarita la llevó a la torre más alta del castillo y la encerró allí, lejos de todo y de todos. La princesa despertó sobresaltada, sin comprender qué estaba sucediendo. Aturdida y con el corazón lleno de tristeza, Aurora se encontró prisionera en su propia torre, sin ninguna esperanza de escapar.
Sin embargo, en un pueblo cercano vivía un valiente príncipe llamado Erik, que había escuchado los rumores sobre la princesa desaparecida y el malévolo plan de su madrastra. Decidido a rescatar a Aurora, Erik emprendió un peligroso viaje hacia el castillo encantado, dispuesto a enfrentar cualquier obstáculo para liberar a la princesa y devolverle su libertad.
Después de sortear trampas y superar pruebas, Erik finalmente llegó a la torre donde Aurora permanecía prisionera. Con un golpe certero, logró abrir la puerta y encontró a la princesa, quien lo recibió con una mezcla de alegría y sorpresa. Juntos, emprendieron el regreso al reino, dejando atrás a la malvada madrastra y sus engaños.
Una vez en palacio, Aurora y Erik fueron recibidos con júbilo y celebraciones. El rey, padre de Aurora, reconoció el valor y la valentía del príncipe Erik, y les otorgó su bendición para contraer matrimonio. Así, la princesa Aurora encontró en el príncipe Erik a su amor verdadero, quien la rescató de las garras de la maldad y juntos vivieron felices para siempre, en un reino lleno de amor, paz y bondad.
Libélula
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