“Los ancianos de mi cine suelen ser maestros que demuestran lo que han vivido y superado. Tienen mucha experiencia vital, son casi como dioses y enseñan a los demás personajes. Así se muestra el círculo de la vida. Después de aprender, llega el proceso de enseñar. En El arco, el hombre mayor aún no es un maestro como tal. Es todavía un ser humano con un conflicto interior, lucha con un deseo que no lo deja en paz… (…) No pretendo hacer películas con respuestas unívocas ni conclusiones definitivas. Eso sería peligroso. Cada uno interpreta las metáforas visuales de una forma distinta, cada espectador tiene su propia experiencia y eso le aporta su punto de vista.” / Kim Ki-duk