Siempre es difícil decir adiós, porque se deja atrás tanto lo que se había construido, como lo que se había imaginado.
Se queda atrás cada momento, cada detalle, cada espacio compartido; se quedan inconclusos sueños y proyectos, y a veces en el proceso se marchitan en silencio cientos de anhelos.
Y aunque no es sencillo, a veces es necesario para poder crecer y para aprender a amar mejor, para sanar, para mirar la vida con ojos claros y recibir a manos llenas sus regalos.
Decir adiós duele mucho, pero ayuda mirar con gratitud lo bueno que se tuvo, aunque hoy ya no esté. Porque si bien, una historia concluye, siempre se puede volver a florecer
.Hoy, volví a pensar en ti
a extrañarte,
pensé en lo bueno que teníamos
y en lo que ya no somos.
Pensé en que estoy mejor así,
y que tú también lo estás,
pensé en ese frío que se quedó
después de no abrazarte ya.
Sentí de nuevo tu ausencia
y el dolor de aquel adiós,
sentí nublarse mi mirada,
a pesar de que así es mejor.
Dos años se fueron volando,
y pasarán otros años más.
Hace tiempo decidí avanzar,
recordándote, lo acepto,
pero sin afán de regresar allá
.Hay luna llena... Yo no se qué pasa que en estas noches, te extraño más.
Quizás echo de menos tu mirada y tu sonrisa sinceras, quizás sea porque ya no duermo entre tus brazos.
No lo sé. Pero su luz tan clara me recuerda la forma en que me hablabas, siempre transparente, siempre serena y cálida.
Miro el cielo, contemplo las estrellas y en su suave brillo te pienso y te vuelvo a pensar. ¿Será que no te veré nunca más?
Poetisa Rosa 🦋