Una ley universal: ninguna mujer puede "quitarte" a tu hombre. Lo único que se lleva es el problema que tú ya no necesitas. La lealtad no es negociable, y si él no es capaz de ser fiel, no es una pérdida, es una liberación.
Una mujer de valor no persigue ni suplica por la atención de nadie. Si un hombre no tiene la capacidad de mantenerse leal, entonces es una carga que te impide avanzar. Al final, su partida solo te libera para concentrarte en lo que realmente importa: tu crecimiento, tu propósito y rodearte de personas que realmente te aporten.
No te obsesiones con la traición ni te enganches en el drama. Lo que se va, debía irse, y lo que llega a tu vida será mejor. Sigue adelante con la frente en alto, sin mirar atrás.