Ya no hablamos de los momentos en soledad con nosotros mismos; cuando los pensamientos nos gritan, insolentes, y las emociones se apagan; cuando el silencio se vuelve ensordecedor y se esfuerza por apretarnos el pecho.
No nos parecen importantes las inoportunas utopías que encadenan sucesos de incertidumbre, o las falacias de sentimientos vanales intentando creerse un todo absoluto dirigiendo cada paso.
Y sin darnos cuenta, se nos olvida el origen de lo que somos, llevándonos al abandono de lo que deberíamos ser.
-Kathy