Indiferencia, la vida transcurre como un río sin cauce, su corriente apaciguada por la falta de tempestades que agiten su lecho. Las pasiones se desvanecen, los deseos se marchitan, un rastro fugaz se disipa en el aire. Contemplo un semblante impasible, una máscara que oculta la profundidad de lo que fui. ¿Acaso se resume a este tedioso vaivén, donde cada día es igual al anterior, donde se ahoga en la rutina? A medida que los días se suceden, encuentro la serenidad en la inacción, un refugio en la apatía que me abraza como un viejo abrigo. Aunque el fervor se haya marchado, en su lugar queda un atisbo de calma, una aceptación de lo efímero, de cómo cada emoción, al final del camino, sucumbe al inexorable paso del tiempo. Queda solo el eco del ser, un viajero cansado en el sendero de la vida. @dulcesusurros. 🌑