Un planeta errante, no encontraba un sol que pudiera atraparlo con su fuerza de gravedad, viajando por el cosmos, ¿hacía donde va? Rápido y sin pedir permiso, una fuerza gravitacional lo atrajo, trató de resistirse y para escapar buscó muchos atajos, no pudo, dio vueltas al rededor del sol hasta que no resistió, no quiso escapar y se volteó para ver a ese sol brillar. Soles hay una infinidad en este pedazo de espacio-tiempo que llamamos realidad, pero ¿por qué no puede dejar de mirar?, su plasma que quema, sus llamaradas te incineran, todos se aterran, ven a ese sol y dan la vuelta, ¿por qué quedarse?, solo con tocar su superficie haría que hasta el más valiente huya como cobarde.
Mientras el (anteriormente) planeta errante se ajustaba a su nueva órbita, pensaba en que podría hacer para acercarse más a este sol, giró y giró, hasta que sin pensarlo se lanzó, como un niño a una piscina cuando siente que muere de calor. Al tocar la superficie solo sintió un ardiente fuego que arrasaba con todo lo que él conocía, pero no se detenía, hasta que al estar lo suficientemente cerca le habló, y el sol sin pensarlo tanto respondió, saludó cortésmente como si de un viejo amigo se tratase, y se sorprendió que apesar de lo mucho que el planeta se quemase, este mismo decidió quedarse. Intrigado, el sol preguntó hacia donde se dirigía y el planeta respondió “eras tú el lugar al cual se supone que llegaría.
Juntos pasaron una infinidad de tiempo, no todo fue perfecto pero hicieron lo posible para hacer lo correcto. Mientras navegaban por la galaxia como el sistema solar que ahora eran, vieron algunos soles que trataban de llevarse al planeta, pero este mismo se oponía, aunque lo intentaran él estaba encantado con el sol que ahora era su familia. El planeta no estaba solo y el sol no dejaba de brillar porque al fin un planeta sonreía cuando las llamas del sol lo cubrían y sin dudar se ahogaba en su plasma solar.
0455/371. Sun 4L
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@Dulcesusurros.
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